Josefina Ugarte estaba en una playa en México cuando se encontró con toneladas de algas y se preguntó por qué el mar las arrojaba a la orilla. “Esa fue la primera señal”, cuenta sobre la experiencia que la llevó a formar Tayú, su emprendimiento, en el que trabaja el cochayuyo como materia prima.
La diseñadora industrial se había ido a tierras aztecas a hacer una especialización en desarrollo sustentable, así es que todo le hacía sentido, y volvió a Chile con la idea de hacer un gran cambio. Hoy vende platos fabricados con cochayuyo, los que, una vez usados, además se pueden comer.
“Este es un emprendimiento de triple impacto basado en economía circular, sustentabilidad e innovación con algas nacionales”, explica Josefina sobre Tayú, que en Mapudungun significa “nuestro”.
-¿Cómo recolectas el cochayuyo?
-Es un trabajo colaborativo, tenemos 3 comunidades recolectoras que existen a lo largo de casi el 80% de Chile. Pero en un principio, yo también quise vivir lo que era recolectar cochayuyo, me metí al mar, cargué su peso entre las rocas, todo.
Josefina cuenta que antes de partir con Tayú, el 85% del cochayuyo era vendido a intermediarios y ellos lo mandaban a China. “Los chinos lo consumen harto, es oro allá. En Europa y Estados Unidos también porque es un superalimento, se usa en cosmética, incluso para hacer bioplástico, etc.”, comenta. Y agrega: “Nuestro trabajo va por la sustentabilidad, aprovechar lo que el mar nos entrega de manera natural, así como las épocas de verano donde sí está permitido hacer podas responsables”.
-¿Cómo se te ocurrió hacer platos de cochayuyo? Porque en Chile no es muy valorado…
– Antes de hacer los platos me metí en el tema lumínico haciendo lámparas de cochayuyo inflado, pero como es un superalimento, no quise dejar el cochayuyo sólo como un objeto. Ahí empecé a experimentar con platos y otros productos como harina y escarcha de algas. Mi idea es que dejemos de vender en bruto el cochayuyo, sino que agregarles valor y que esos productos se vendan afuera. Fue un proceso de desarrollar, investigar, de empaparnos del propósito. Yo hago la parte del diseño, las comunidades han sumado otras experiencias y está la comunidad científica con quienes trabajamos los biomateriales y la comunidad gastronómica. Lo que quise fue demostrar que algo ordinario sí podía ser extraordinario, no por cómo se ve, sino por cómo se comporta y toda la capacidad que tiene esa materia prima.
-¿Qué textura tienen los platos, qué se siente al comerlo?
-Es un plato crocante que tiene un saborcito suave, como un tostado, una galletita, pero lo interesante es que no es invasivo con los sabores de la comida que allí se sirva. Puedes comer pasta de alcachofa, humus, no cerrarse a productos del mar solamente.
¿Qué tipo de platos fabrican?
-Son platos biocomestibles y empezamos con formato tapas que son como bocaditos para cóctel, aperitivo, pero es bien versátil, porque todo depende de la matriz, porque podemos generar platos más hondos para ceviche.
-¿Y si no me lo quiero comer, una vez usado lo boto a la basura nomás?
-No, es que esa es la parte genial. Estamos hablando de un súper alimento y ancestralmente las culturas mapuches lo utilizaban para la agricultura como un abono y un fertilizante para la tierra. Así que puedes molerlo y enterrarlo como abono para tus plantas. Yo lo he hecho y crecen más abundantes y con más fuerza, porque además mantiene la humedad.
Excelente innovación, Josefina. ¿Dónde podemos adquirir los platos y demás productos de cochayuyo?
Los productos Tayú están a la venta en tayu.cl y puedes encontrar más información en su Instagram @tayu.chile y en el Facebook Tayú Chile.